Ilustración made in USA. Un torvo, malísimo –y muy feo- “anarquista” con claras intenciones satánicas.
Antes de
continuar es oportuno hacer algunas consideraciones adicionales acerca de la
línea político/ideológica de los gobiernos de EEUU. Ya mencionamos el limitado
concepto de democracia de los Padres
Fundadores. La misma clase que conquistó el poder en 1786 lo detentaba en 1917
y lo detenta hoy. De igual modo, los métodos “disuasorios” utilizados por el
gobierno Wilson para mantener a raya al rebaño
desconcertado, son una extensión
modernizada de los poderosos
Razonamientos de Gouverneur Morris. En el módulo anterior dijimos también
que los años finales del siglo XX estuvieron marcados por grandes luchas
sociales. Un ejemplo muy conocido es la “Revuelta de Haymarket”, Chicago,
durante las protestas de respaldo a la huelga obrera reclamando la jornada de ocho
horas, a principios de mayo de 1886. Las violentas cargas de las fuerzas policiales
culminaron con el lanzamiento de una bomba contra ellas. Ocho trabajadores
fueron arbitrariamente acusados y condenados, cinco a la pena capital –aunque
uno se suicidó antes de ser ahorcado- y tres a reclusión. Tal hecho dio origen
a la consideración del 1 de mayo como Día de los Trabajadores, en homenaje a estos Mártires
de Chicago.
Vemos entonces
que los asuntos que ahora nos ocupan –la reacción de las instituciones al
sentirse amenazadas, la doctrina
estadounidense de “contención” de la
influencia soviética durante la Guerra Fría o el concepto de “enemigo interno” (esa acusación de “terrorismo” tan útil al
sistema) no son otra cosa que más de lo mismo: clara expresión del objetivo, apoyado
sin reservas por el poder financiero y empresarial, de quebrar los movimientos
populares que intentan –como Shay en el siglo XVIII- luchar por una sociedad más justa. Y cuando
los medios de comunicación -cuya amable dedicación a la atrocity propaganda se había dado ya, en algunas ocasiones, antes
de la campaña del CPI (2)- desnaturalizan su función tal como señalaba
Chesterton, dedicándose entusiastamente a desinformar, no están haciendo otra cosa que elegir el
bando que más les conviene en esa lucha, y que ideológica y económicamente es
el suyo: el del dinero.
Retomemos
nuestro tema regresando a 1919, apenas concluida la contienda bélica. El
espantajo del “peligro rojo” se revelará como un arma formidable contra la
clase trabajadora, en plena rebeldía ante el brutal encarecimiento de la vida causado
por la guerra. Durante las huelgas producidas en Seattle aquel año, bastó una
acusación de “comunistas subversivos” y
la consiguiente amenaza de un baño de sangre, para que los obreros volvieran,
derrotados, al trabajo.
A
fin de precisar los conceptos utilizados, conviene decir que entenderemos por
“manipulación” no sólo la tergiversación de informaciones, sino también cualquier
utilización fraudulenta de argumentos o principios, con propósitos coercitivos.
Es decir una deliberada distorsión de la
realidad con el propósito de justificar la utilización tortuosa y desmedida del
poder. Aplicamos pues ese término a los procedimientos de Alexander Mitchell
Palmer que vamos a relatar.
Fiscal General entre 1919 y 21, este
hombre crea una División General de Inteligencia (GID) con la misión de
descubrir los “múltiples complots” que
“los
rojos” estén realizando y, amparándose en las leyes de Espionaje y
de Sedición aún vigentes, encarcelar a los participantes. Esto es aprovechado
para lanzar una verdadera cruzada contra
la izquierda anarquista y los partidos Socialista y Comunista. Son fichados por
la policía cerca de 200.000 “sospechosos”, cantidad altísima para la época. Después,
entre noviembre del 19 y el siguiente enero, tienen lugar las llamadas “Redadas
de Palmer” (Palmer Raids) contra
residentes extranjeros y trabajadores nacionales sindicados. Son detenidos por miles sin orden judicial y
sin que la Corte Suprema les garantice sus derechos constitucionales. Por el
contrario, hay un célebre pronunciamiento señalando que cuando la libre
expresión constituya un “claro peligro
para la nación”, estará justificado
suspender ese derecho.
A riesgo de
extenderme excesivamente en este tema, no puedo dejar de señalar que la política
reseñada se acompaña de una retórica “patriótica” según la cual todo
cuestionamiento del orden establecido es unamerican,
antiamericano. El Washington Post defiende que, frente a la amenaza comunista,
no se pierda tiempo en “sutilezas sobre
violaciones de libertades” y el New York Times alaba “el vigor inteligente del Departamento de Justicia” al acorralar a
los Enemigos Rojos, “banda perniciosa”
que “urdía un complot para celebrar una huelga en todo el
país.” Por cierto, señala Chomsky
que la prensa había ya avalado un proyecto de ley -propuesto por Palmer- que
solicitaba penalizar “hechos,
demostraciones, escritos, impresos o divulgaciones de alguna señal, palabra,
discurso, dibujo, diseño, disputa o enseñanza, que aconseje, defienda, enseñe o
justifique cualquier acto de sedición.” Más de lo mismo una vez más.
Ya en 1886 las
autoridades habían considerado que las “declaraciones
sediciosas” de los anarquistas juzgados por la revuelta de Haymarket, eran
suficientes para determinar su “responsabilidad
moral” por el lanzamiento de la bomba aunque esto no fuese obra de ellos, justificando
así su condena. Monstruosa equiparación que Palmer ratificó afirmando que,
entre los ideales teóricos de una persona y su violación real de la ley, no
había más que “distinciones sutiles”. Tanta
aberración fue llevada al extremo de sostener que toda duda acerca de la
criminalidad de un sospechoso se disipaba examinando sus fotografías. Sic. “De
la mirada astuta y furtiva ./. brotan la codicia, crueldad, la locura y el
crimen; en sus caras desproporcionadas, cejas oblicuas y rasgos deformados, se
reconoce el tipo inconfundible del criminal.” (Este “método Palmer” es algo
así como un lector biométrico de iris, pero a nivel de Agatha Christie.)
Demasiados despropósitos
y abusos. Se cruzó tal vez una línea roja, o bien se trató del cansancio de la
guerra, la pérdida de calidad de vida, la popularidad en descenso de un Wilson
ya enfermo, o bien una especie de rebote de todo ello junto. Lo cierto es que el
apoyo de la ciudadanía se fue perdiendo a lo largo de 1920 y la represión perdió
impulso. Por otra parte, los patronos industriales comprendieron que tantas
expulsiones de inmigrantes y tantos obreros encarcelados llevaba aparejada una importante
reducción de mano de obra barata. El Miedo Rojo se debilitó gradualmente, no sin que antes los prejuicios raciales
desembocaran en otro asesinato legal: la condena de Sacco y Vanzetti. (3)
Este primer Miedo Rojo define ya los aspectos esenciales del anticomunismo
norteamericano: xenofobia, intolerancia ante cualquier disidencia, utilización
obsesiva de la idea de conspiración, cercenamiento de libertades en nombre de
la seguridad nacional, acusaciones sin fundamento y utilización de una supuesta
amenaza exterior para aplastar la oposición interior. Ayudó a consolidar –si es que todavía no
estaba hecho- la estrecha alianza entre la élite intelectual, la clase política
dirigente y los gigantes empresariales que apoyan y financian a ambas. También
reafirmó el compromiso desinformativo de
los medios de comunicación, transformado ya en campaña sistemática perpetua, en
método fijo para completar el lavado de cerebros. Finalmente tuvo como útil
resultado complementario la posibilidad de disfrazar de autodefensa una
agresiva política exterior intervencionista (Granada, Panamá, Nicaragua, Irak…),
y “dejó
como un crucial residuo institucional la
policía política nacional [el FBI] que ha proyectado una larga sombra durante los
años siguientes.” (Chomsky: “Ilusiones
necesarias”)
Al llegar los
difíciles años 30, el devastador efecto desmovilizador de la represión ejercida
sobre la clase trabajadora se había desvanecido en parte, y recomienzan los conflictos.
Famosa foto de Dorothea Lange,
parte de una serie sobre la Gran Depresión, centrada en Florence Owens
Thompson, de 32 años, que en 1936 emigró a California con sus siete hijos buscando una vida mejor.
El hundimiento
social durante la Depresión fue brutal y
marcó toda la década. Para el capitalismo resultó una prueba de fuego y el
momento más álgido de su historia, que sólo lograría superar a través de las
políticas keynesianas, es decir aceptando a regañadientes un pacto con el mundo
del trabajo. Pero hasta su entrada en la II Guerra a raíz del bombardeo de
Pearl Harbour en 1941, EEUU vive un período de grandes dificultades económicas
y conflictos sociales. La feroz lucha de clases se caracterizó, entre otras
cosas, por transformar en regla lo que
hemos llamado “método Palmer”: la manipulación realizada a través de una
distorsión deliberada de la realidad. Veremos un único ejemplo, suficientemente
representativo: la “Fórmula Mohawk
Valley”.
Fue un plan
para romper huelgas, atribuido a James Rand Jr., presidente de la Remington
Rand, durante un conflicto laboral de 1937 en aquella localidad. Apareció en un artículo del “Boletín de Relaciones Laborales” de la
Asociación Nacional de Fabricantes, siendo luego editado como folleto y
ampliamente difundido. Sus recomendaciones
principales eran:
1º - Etiquetar de inmediato a los
líderes sindicales como “minoría de agitadores enemigos de América”
(Unamericans). Presionar con
amenazas de llevar la fábrica a otra parte y organizar a banqueros,
empresarios y propietarios en un “Comité Ciudadano” contrario a la huelga.
2º - Alzar la bandera “Ley y Orden” para que la propia
comunidad solicite acción policial ante imaginarias violencias. Esto consigue
separar a los huelguistas de la comunidad ciudadana y promover un sentimiento público contrario a la huelga
y sus “desórdenes.”
3º - Reunir una considerable
fuerza policial intimidatoria (efecto psicológico).
4º- Organizar un aparente “regreso
al trabajo” utilizando falsos “empleados leales” marionetas. Estos anunciarán una
fecha para la supuesta reapertura del lugar de trabajo.
5º- Escenificar esa aparente
“reapertura” de modo muy teatral, bien publicitada y visible, con los “obreros leales”
marchando protegidos por policías armados, para aumentar el efecto
desmoralizador. Debe tratarse de una gran demostración de fuerza, muy
exagerada.
6º - Llevar a cabo una campaña
publicitaria masiva, resaltando que la planta funciona a pleno rendimiento pero
que los huelguistas intentan interferir en la libertad de trabajo; esto puede
producir o aumentar el rechazo de la comunidad y justificar ante ella la
intervención policial.
Como vemos, romper
la unidad popular distanciando a los huelguistas del resto de la población para
dificultar la solidaridad, es uno de los puntos importantes de esta “fórmula”,
que al parecer fue utilizada múltiples veces y seguramente con éxito. En realidad,
buena parte de sus premisas y métodos continúan utilizándose en la actualidad,
convenientemente “modernizadas”
La segunda Guerra
Mundial, que estalló poco después, suavizó las fricciones USA-URSS sin
eliminarlas. Difícil tarea, combatir a un enemigo transformado de momento en
aliado… pero la desarrollaron con éxito. Esta vez no resultó necesario otro
lavado de cerebros para que el pueblo llano aceptara la intervención: el oportuno
ataque a Pearl Harbour –que según algunos autores era sospechado y esperado por
el gobierno- disipó toda reticencia de
los pacifistas. Continuaba gruñendo el gorila
alemán –aunque ya no aquel prusiano de casco puntiagudo- y se agregó el
“peligro amarillo”. Pero respecto de la (des)información de guerra,
se prosiguió con las mismas pautas utilizadas desde 1917, que rigen aún hoy.
Después, la
“Guerra fría” durante décadas. Y un
segundo “Miedo Rojo” -la caza de brujas de McCarthy- tremendo, aberrante, vergonzoso
pero tan útil para el sistema como el primero, por más que una parte de la población comenzara por fin a percibir
la impostura. Para el tema que tratamos hay poco de nuevo en estos acontecimientos;
la maquinaria y sus procedimientos estaban ya enteramente
definidos y normalizados. En el próximo
módulo concluiremos la parte histórica examinando brevemente los aportes
metodológicos realizados en Alemania durante el régimen nazi, que lleva el
proyecto manipulatorio a su perfección.
Mario España Corrado, 2013-15
NOTAS
(1) Obsérvese, en el cartel británico mostrado en
la primera página, que el “demonio” que estrangula a la indefensa Prosperidad
es también un gorila aunque con rabo, y la escasa diferencia con el “mad brute”
visto en el Módulo I muestra la utilización de los grandes monos como
estereotipo simbólico de poderosa bestialidad enloquecida..
(2) William Randolph Hearst
(1863-1951), poderoso magnate empresarial que llegó a poseer 28 periódicos
nacionales, utilizó toda su influencia para que EEUU declarase la guerra a
España en 1898 para así aprovecharse de sus primicias. No dudó en difundir todo
tipo de patrañas relativas a la crueldad de los españoles en la isla, muy en la
línea “atrocity”. Su controvertida personalidad fue retratada por Orson Welles
en “Ciudadano Kane”, film de 1941.
(3) Ferdinando Nicola Sacco y
Bartolomeo Vanzetti fueron dos inmigrantes italianos anarquistas, acusados de
robo a mano armada y asesinato del encargado de una nómina gubernamental y un
vigilante, el 15 de abril de 1920.
Sufrieron un juicio plagado de irregularidades que más tarde sería
declarado nulo. Su condena, injusta y basada en prejuicios, conmovió a la comunidad internacional,
originando movimientos de solidaridad que lucharon inútilmente durante años por
salvarlos. Finalmente fueroejecutados en 1927. Cine, teatro, literatura, artes
plásticas, comic… los han homenajeado múltiples veces desde entonces.
|