La noche. Voz, ninguna.
Bill Evans
tocando para mí.
Lloviznas
finísimas. Aceras
frías, solas. Y gentes, coches, gentes,
reflejos huidizos
pasando,
pasando.
Esquiva
noche,
pasando. Algo
oscuro,
tan oscuro, tan solo
aunque mío, pasando,
en mí, por mí, conmigo.
Pero ningún sentido.
Tú no volverás nunca.