Cielo de luto; duradero llanto
percutiendo insistente. Los cristales surcados
por mil resbaladizas líneas raudas,
en charcos congregadas.
Inundado trastorno el aire todo,
ululando insistente. Huele a lodo la tierra,
y el lodo huele a eternidad amarga
donde gotas destilan.
¿De qué dolor se duelen nubes tantas?
Nada que lo detenga ni nada que lo evite.
Insistente percute, surca y cae,
y cae, cae, cae.
Solamente clepsidras subsistiendo;
sólo insistentes llantos determinan el tiempo.
Horas y charcas, fango, surcos, gotas,
interminablemente.
¡Ah, nada puede acelerar las horas!
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