La vida -vida otra, como los otros, muda -parece construida con fragmentos, con retazos dispersos. Mesa de saldos, rebajas de febrero en una pañería pueblerina. Y todos los recortes son tan breves, tan mediocre su forma y su factura, que parece difícil confeccionar con ellos -sastre imposible- algo, una aseada, decente vestimenta.
Cuando al fin lo consigues, denodado, resulta claramente un traje de retales, apenas Arlequín funambulesco.
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