Muss ich dich so verstehn, du alte ernste Weise,
mit deiner Klage Klang?
¿Debo comprenderte también, vieja melodía grave
con tu son de lamento?
R. Wagner: Tristan und Isolde, Acto III
Ya nada tiene el amarillo día
de brincadoras chispas complacientes,
capaz de hacer vibrar mi hastiado corazón.
Nada tienen tampoco los lacios abanicos
adversos de la noche,
que del frío occidente iza aterciopelados
telones azabache
con millares de duros diamantes encendidos.
Despacioso se aquieta todo aliento,
mientras cae la tarde
sobre el árido templo de mi pena
que, sola ya, enarbola silenciosas protestas.
¡Cuánto he deseado que me amaras!
Distante, inalcanzable te miraba. Tu herencia,
el deseo; la herida, la mentira
deleitable y acerba del deseo.
Engaño del anhelo de amar, que la esperanza
de ser amado engendra y alimenta...
¡Tormentos del amor! La ilusión es precaria,
fugaz la posesión, grosero el miedo
a inevitable pérdida. Tristeza,
ansiedad, complacencia... espina. Sin embargo,
amarte fue mi obra.
Enredos, falsedades del deseo
que lo deseado muestra por cumplido...
te fuiste de mi lado y me pregunto
si realmente estuviste.
Todo es quietud, silencio, en la noche naciente.
Descansa, corazón deshabitado;
pronto se va la vida, dicha, quimera, pena.
Sólo el vacío queda.
Negrilla, agosto 2011
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