Le pregunté a la brisa: dime ¿de dónde vienes?
¿Dónde vas, con qué fines?
Susurró entre las ramas:
sacudimientos verdes, bullicio de las aves...
no entendí la respuesta.
Al tiempo pregunté: ¿quién te gobierna?
¿Adónde va tu carga de milenios gastados?
Velozmente pasaba; tronaron las campanas.
No entendí la respuesta.
Le pregunté a mi sombra: ¿por qué no entiendo nada?
¿Quién eres tú que, mía, sólo contorno vago,
siempre unida me sigues pero de mí te apartas?
Se señaló a sí misma. Oblicua estaba y negra;
ni el tiempo ni la brisa la rozaban; serena.
Bullicio entre las ramas; sombra del árbol solo,
oblicuidad oscura fundida con la mía.
Las sombras de las aves que veloces pasaban,
alas de brisa y tiempo. El sol, en llamaradas;
la tierra, todo luces; cada terrón, su sombra
sesgada, negra, en calma, lentamente rotando
No entendí la respuesta.
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