En lúgubres portales, aguacero:
escupitajos de la medianoche
alcoholizada, en vela, salaz, tiesa,
con matones y chulos y ladrones,
buscavidas y broncas.
Los tubos fluorescentes del señuelo
guiñan cómplices ojos
a los oscuros tordos del malogro.
Hay zumbidos de trueque en las esquinas,
fatigados colmillos
de la náusea y las conchas amarillas
del disimulo en olas fraudulentas.
Encarnada la falda más que breve.
Mano abierta exigiendo;
roídas uñas, labios opulentos
pendencieros, que mercan, sonríen y se niegan.
Iris de acero, bruno helor que tasa,
que incita mas desprecia.
Edades y fatigas de las venas
en la arritmia del lento taconeo.
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