La vacilante tarde se curva blandamente
de tibieza y de sol desheredada.
Cobertura nubosa que bravea.
A veces una brecha:
color desperfilado
ni azul ni gris ni malva
pero púrpura débil en vislumbres
y luego negro sobre ahogados oros.
Pronto vendrá la noche. Sola noche.
Inundará la luna los campos ya segados
y mi sola pupila.
Yo cerraré mi puerta.
Ventana serán marco de brillantes estrellas.
Y sola, mi pupila contemplará luceros,
el ámbar de mi lámpara, los libros,
y la puerta cerrada.
Y la puerta cerrada.
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