Tropiezos, desaciertos, carencias corrosivas, soledades, siembran el alma de huecos insaciables. Intentamos colmarlos, nutrirlos con el espejismo familiar y generoso -aunque espurio- de los sueños.
Ingenuas esperanzas enarbolan entonces brillantes galerías de espectros con flotantes rostros leales... mas pronto se desgastan y derrumban las máscaras, y una marejada de pavorosas visiones nos señala, con desdeñosos gestos, nuestro necio candor. La ilusión es un camino equivocado que sólo engendra desengaños, frustración.
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