jueves, 20 de octubre de 2011

EL VELO DE LAS HORAS

El tedio es escollera donde oleajes trizan
el velo de las horas con ansiosos cuchillos

Mario España Corrado



Otoño demorado, avaro octubre lento;
agobios y fatiga, memorias, soliloquios.

El ocaso se posa en los cristales
vuelto relumbre fluido, crisol escurridizo...
cuando el último rayo de sol pulsa mis ojos.
Demencial, encendida luna esquiva,
túrbida faz en ruinas empolvadas,
trepa el nítido cielo, meridiano y orilla
donde los sueños juegan...

¡Pero ese último rayo refulgente!

¿Dónde estuvo tu labio codicioso
mientras goteaba el duro crepúsculo incendiado?
¿Tu oído acerrojado ante mis voces, dónde?
¿Tu piel, menospreciando mis dedos fisgadores?
En limo y ruinas, sueños, olvidos, escurriendo.

Pero el rayo postrero... ¡Oh, atrápalo!

Colapso de corales en lo negro.
Último rayo mío fugitivo
¡aguarda! Desafía esa lánguida luna.
Oído, sé mi asilo; labio, frena,
silencia tu censura que desune y aisla.
Ah, inútil, inútil. Sílabas en el viento.
Sola, mi noche instaura su insostenible vuelo.

Inválida memoria:
viudo luto por ilusorios muertos.

Rayo mío cautivo de aborrascada sombra,
espabila y entérate: ¡sorpreeesa!
¡Nada resulta ser como planeamos!
(Ni siquiera nosotros,
caricatura de inservibles ansias.)


Octubre de 2011

1 comentario:

  1. Siempre espero palabras inteligentes, que nunca llegan. Por lo tanto, me decido a comentar sin ellas.
    Siento la fuerza de tus poemas, admiro esa puerta abierta a tus sentimientos y la elegancia con que se expresan. Reivindico la juventud de tus palabras insolentes, sin recato, con la energía y los ideales de jóvenes manifestantes.
    Aparente contradición etaria, que no es tal.
    Un abrazo

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