jueves, 21 de julio de 2011

VEINTE DE JULIO- Respuesta a Reflaco

Yo creo que, de alguna manera, continuamos estando todos juntos, aunque la presencia, ahora, sea interior. En algún momento comentaré un poema de Borges llamado "Posesión del ayer" donde dice: "sólo es nuestro lo que perdimos."
Ya que mencionas la entrada "Del escritor y la escritura" referente a colores, te diré que desde hace años, procuro que las flores del vaso sean amarillas. A partir del poema de Hernández que figura en ese texto, considero que este, es el color de las ausencias.

miércoles, 20 de julio de 2011

VEINTE DE JULIO

Veinte de julio es hoy. Veinte de julio,
y hay un aire de duelos en el aire.

Ya son más de las ocho.
La tarde mana lentos cristales de bochorno,
y en finas hebras de ámbar, sol y polvo
dibujan diagonales fulgurantes
sobre un vaso con flores.

Sobre gallardas dalias de erizada figura
y gladiolos granates con destellos de sangre.
Sobre un vaso con flores porque es veinte de julio
y la tarde declina, recia, lenta.


Veinte de julio es hoy. Fueron pasados
muchos veinte de julio; y a las ocho,
polvo y sol en hilazas sobre un vaso con flores.
Sobre un vaso con gotas de la sangre del mundo,
coagulada en granates pétalos agrupados,
en la tarde que traza diagonales doradas.


Ya son más de las ocho;
pronto será pasado este veinte de julio
con su vaso de flores.
Movedizos, fulgentes se deshilan los soles y los días;
los solsticios, en oros, ambarinos, pasando.
En vendavales raudos declinan calendarios,
y algún día, las ocho de otro veinte de julio,
ya no habrá ningún vaso con coágulos de grana
-y nadie que contemple-
cuando cuelgue la tarde sus hilazas lucientes.

lunes, 18 de julio de 2011

DEL ESCRITOR Y LA ESCRITURA - Algunas ideas acerca de las relaciones entre las artes.

     Del mismo modo que, en música, los sonidos nacen del silencio y se confrontan con él, las formas, colores y texturas confrontan el vacío, del cual nacen separándose por contraste. Percibimos las formas -o "figuras"- a causa de las relaciones entre ellas y ese entorno neutro, vacío, que llamamos "fondo". Formas, color, texturas -al igual que notas, palabras, espacio, signos, gestos- son expresivos en sí mismos, hablan su propio lenguaje.
     Una auténtica obra de creación con finalidad expresiva -cuadro, escultura, sinfonía, danza, poema- es un tipo de transformación simbólica de la experiencia con la que su autor, a través de determinada técnica, estilo, género, manifiesta su visión del mundo externo, y sus vivencias interiores. Para la apreciación de tales obras a nivel de expresión, es útil pero no imprescindible conocer aquel lenguaje, "entender". Lo realmente importante es abrir por completo nuestros sentidos y conciencia a eso que vemos -u oímos o leemos- y sentir, buscando en nosotros una resonancia -intelectual, emocional o sensible- a lo percibido.
     Pintura, música, literatura, cerámica... pese a las diferencias entre las varias manifestaciones artesanales y artísticas, existen elementos comunes que nos permiten trazar paralelismos entre ellas. "El arte no se sitúa fuera de la vida." -dice W. Kandinsky (1866-1944) nombre fundamental en el desarrollo de la pintura contemporánea. Y agrega:  "Su ley fundamental es el ritmo, como en la Naturaleza." Este creador teoriza acerca de ciertas equiparaciones entre forma y color, y busca semejanzas o trasposiciones formales entre las diversas artes. Por ejemplo, a propósito de la danza, señala la conjunción de gestos redondeados -derivados del círculo- y angulares, puntiagudos -del triángulo-, paralelismo que traslada incluso a la escritura: letra "i" como movimiento quebrado, breve, frente a "u" redondeada. Asimismo menciona la relación establecida en música entre sonoridad (basada en el timbre, característica del sonido propio de cada instrumento) y "color", efecto producido por los grupos instrumentales y su interacción en el todo orquestal, según determinadas correspondencias entre impresiones acústicas y visuales.

     Centrémonos ahora en las dos manifestaciones artísticas presentes en este blog: escritura y artes plásticas. Hemos mencionado la base rítmica común. ¿Qué podríamos decir acerca de elementos plásticos, como color y claroscuro, en su uso literario?
     El poeta francés Arthur Rimbaud (1854-1891) propuso, antes que Kandinsky, su personal concepción de correspondencias sonido-matiz en su famoso soneto "Vocales": A negra, E blanca, I roja, U verde, O azul. Visión subjetiva, sin duda, como también lo es aquella que establece, en la apreciación cromática, valores simbólicos: la verde esperanza, el negro infortunio. Más basada en la experiencia, la instituida mediante asociaciones de ideas: rojo-sangre-ira, o azul-cielo-agua. Así, Antonio Machado puede escribir "En el azul fulguraba / un lucero diamantino" y el nombre del color basta para aludir al "cielo" omitido. O decir "La blanca juventud", haciendo una equiparación ya no tan obvia pero igualmente entendible.
     Sin embargo, no todas las trasposiciones son tan simples y claras. "La lejanía / es de limón y violeta" (Machado) implica un mayor grado de subjetividad, al plantear una visión totalmente personal. Porque en su obra el creador proyecta, he dicho, sus propios estados interiores, sus sentimientos, traduciendo a un determinado lenguaje -en este caso, el poético- su mundo anímico, espiritual, cambiante de acuerdo a las circunstancias. De este modo, un mismo elemento externo -en el caso que propondré, el color amarillo, puede dar lugar a interpretaciones totalmente distintas. Veámoslo.
     El primer ejemplo pertenece también a Machado ("Canciones a Guiomar"): "No sabía / si era un limón amarillo / lo que tu mano tenía, / o el hilo de un claro día, / Guiomar, en dorado ovillo." Aquí, el cálido matiz amarillo, que es el más próximo a la luz y por ello suele relacionarse con sentimientos de alegría y gozo, es usado con esa función, en una estrofa de tono brillante; "luminosa" diría en referencia al claroscuro.
     El segundo caso ("Campo") muestra otro carácter. "La tarde está muriendo / como un hogar humilde que se apaga. / Allá, sobre los montes, / quedan algunas brasas. / Y ese árbol roto en el camino blanco / hace llorar de lástima. / ¡Dos ramas en el tronco herido, y una / hoja marchita y negra en cada rama! / ¿Lloras? ... Entre los álamos de oro, / lejos, la sombra del amor te aguarda."  Se insinúa el rojo -brasas-, otro color cálido, fuerte, pero "apagándose." El amarillo aún es "oro" pero se vincula inmediatamente a lejanía y sombra y se desvirtúa -como el blanco del camino contrapuesto a la opacidad y el destrozo del árbol- en una atmósfera penumbrosa, mortecina, de indudable tristeza que la doble mención al llanto refuerza. El gris, sugerido sin nombrarlo, predomina.
     Como último ejemplo tomaré los versos finales del primer poema de "El rayo que no cesa", de Miguel Hernández. "Sigue, pues, sigue, cuchillo / volando, hiriendo. Algún día / se pondrá el tiempo amarillo / sobre mi fotografía." Poco queda de luz dorada y nada de alegría, en este matiz envejecido y opaco; es el signo de un irrevocable deterioro, que identifica el futuro del hombre retratado con el marchito, gastado material del retrato. Es la señal del paso del tiempo con su inevitable significado de declive y ruina. La oscuridad de la muerte está presente en el verso.
     No tenemos entonces un único amarillo sino tres, diferenciados en tono e intensidad, porque el color que nos presenta el hecho literario es imaginado, no visto. El matiz presente en un cuadro posee corporeidad, es concreto, se nos impone con una individualidad total e ineludible. Es él mismo y nada más. Un matiz mencionado en un poema será abstracto, confiado a la subjetividad, ofreciendo múltiples interpretaciones posibles en relación al contexto. La literatura puede describir un paisaje, una escena, todo lo detalladamente que quiera; el efecto será siempre aproximado, dependiendo de la fantasía del lector y de sus estados emocionales en el momento de la lectura. La pintura muestra (aunque dejando un gran margen de interpretación de lo mostrado); el hecho literario evoca, sugiere solamente, y en esta inconcreción radica parte de su misterio. En ambos casos, el tema -la parte anecdótica de lo mostrado o sugerido- no es lo importante.
     Volveré sobre estos temas.

sábado, 16 de julio de 2011

LA TARDE, JUNIO, ROSAS

La tarde, junio, rosas... Junio flexible, enjuto
atiesando sus soles
sobre trigales rubios y piedras abrumadas;
la tarde apuntalada
con arcos de bochorno sobre el río dormido;
la tarde por claxones
y voces violentada, delira estérilmente
desollando las rosas,
murmurando, buscando entre retoños verdes
la presencia extraviada,
la perdida memoria de tu postrera estancia.
Leves flotan adioses.

ECOS

    Ya los verdes de abril se desvanecen. Sobre delgados pies las amapolas, enardeciendo mayo. Y junio batihoja que mieses apareja, y agosto calcinante. Pronto vendrá noviembre, cobre, bruma; herrumbre de ramajes en tardes ambarinas; amplitudes serenas.
    ¡Qué de otoños recuerdo! ¡Qué de auroras radiantes y ocasos encendidos! Como en un viejo álbum de familia, en deslustradas fotos mi pasado. Hoja tras hoja paso, febril y enamorado. Y aquí y allá, de pronto, rescato un eco puro: un perfume, una imagen, voces, rostros... Nada más que fragmentos; pero en ellos, bate alas la vida.
  

sábado, 9 de julio de 2011

PRISIONERO

Cuando quiero mirarme mis ojos ven sólo apariencias.
Cabellos que blanquean,
débil boca que dijo palabras, palabras, burbujas sin huella,
y calló las más hondas instancias que anidan en vientres de fuego,
que rugen en cauces de sangre y arterias rebeldes.
Cuando intento mirarme
los ojos ven sólo su espejo.

Cuando quiero pensar, sólo acude a mi mente mi acervo de ideas usuales:
conceptos, razones, creencias de siempre.
Digo siempre lo mismo, escribo lo mismo, lo mismo
medito, lo mismo realizo, lo mismo.

Apariencias, espejos, lo mismo... palabras, palabras.

Cuando quiero sentir, los usuales sentires rebrotan.
¡Lo mismo, lo mismo!
Y perdiéndome siempre en lo mismo, me miro, me pienso, me siento.

¡Quiero pensar distinto!
Aprender a pensarme por dentro... ¡No puedo!



Palabras, palabras, ampollas que ascienden vacías;
recio muro de verbos pulidos que todo sofocan
imponiendo su dura condena de cárcel sonora.
Fonética inerte germina, nociones rebotan. metáforas miran
en fríos espejos...
Vocablos en vanas cascadas cayendo y cayendo.

Estoy preso.
Mi reja se cierra con frases, con férreos diptongos y signos y falsas figuras,
caracteres agudos de tinta que espinas semejan en ramos,
sintaxis, modelos verbales...

Modelos
de conjugar en ar, en er, en ir...
En ir: huir, salir,
sentir por una vez algo distinto;
vivir lo que sólo soñara despierto;
realizar imposibles: batir oscuramente
las alas ansiosas por dentro tendidas.
Vivir, sentir... modelos.
Palabras, palabras, espinas.
Paradigmas quebrados. ¡Lo mismo, lo mismo, lo mismo!

¡Quiero pensar distinto!

lunes, 4 de julio de 2011

ESPLIN

El hastío entreteje telarañas
con estambres de atmósfera dormida;
hilos de soledad que trepa, loca,
por las pulidas aspas de la luna
en una noche donde todo es mudo.

El hastío, las brisas y la luna...
Argamasa de sueños no soñados
que súbitos titilan aturdidos,
que de pronto embravecen y en silencio
proclaman las palabras subrepticias
que la boca no sabe y sí la sombra.

El hastío entreteje telarañas.
¿Dónde estaba tu mano en esta hora,
desatenta Penélope indolente?
Crece y crece la trama, sucia, ruda.

Luz de luna y silencio en las aceras;
ninguna voz sonando a bienvenida.
Ninguna. Sólo hastío, brisa, luna.

No hay dedos que desaten lo anudado.