miércoles, 27 de abril de 2011

TRATAMIENTO DE CHOQUE

Aquellos electrodos en mis sienes...
Aún hoy los siento, helados.
Alguien, detrás, asía mi cabeza
(oh, tan suave, tan suave, dulcemente.)
Almohadas protegiendo el espinazo
y algo como atadijo de tela entre los dientes;
"Muerde fuerte" -decían.
Dos enfermeras -una era bonita-
sujetaban mis miembros;
apretón cuidadoso pero firme. Tenía
que ser firme: la convulsión es fuerte.
Curiosas ironías de la vida:
para estar protegido, estar sujeto.
(No es el único caso.)

Solícito semblante inverso sobre el  mío,
suave voz:  "¿Estás listo?"
Para no tener miedo, no dudaba;
con un breve gruñido, con un guiño, asentía.
Más breve aún, fracciones de segundo,
el zumbido apagado...
y luego las tinieblas, un no-ser absoluto provisorio.

Extraño sueño sin ensueños, ciego.
El tiempo, detenido
para mí, transcurría con otros, para otros.
El tiempo, detenido.
Yo estaba... y sin embargo no estaba.
(Tampoco es caso único.)
Fuera del tiempo y dentro;
ni un atisbo de realidad, de mundo, ni de mí ni de nada.


A veces me pregunto si la muerte no es eso,
ese no estar, estando.
A veces me pregunto si no es eso la vida,
estar pero no siendo, pero ausentes, ciegos, mudos, apáticos,
mientras transcurre tiempo de otros, para otros.
Extravié tantos días, tanta vida;
sueños y realidad desavenidos...
y sin tener la excusa de aquellos electrodos.

Ya más de siete lustros han huido,
sin que pueda olvidar aquellos electrodos.
Y a veces me pregunto (es verdad que pregunto demasiado)
qué otra cosa que voltios o electrones
(perdonad mi completa ignorancia en el tema)
atravesó mis sienes.
Del éter invisible, desde cielos o tierras,
por negros cables circulando raudos
¿qué indefinibles flujos me invadieron...
o de mí se escaparon?
¿Qué veladas esencias pervirtieron?


Tales, el de Mileto,
dice que el ámbar amarillo tiene
"un alma" que, cual soplo,
ligeros cuerpos próximos atrae.
Si un alma tengo ¿me llegó por cables?
(Imán no fue jamás, eso es seguro.)
Cuerpos cercanos hubo. (Sólo cuerpos;
el más próximo espíritu, del mío
años-luz separado.)
Atracción, repulsiones... también hubo.
¿A causa de los fríos electrodos?

Del éter inasible, veloces por los cables, me llegaron
herméticas tinieblas sin imágenes,
vacuidades desiertas; mentida inexistencia
dentro del tiempo detenido, ajeno,
presencia desertora;
sueños y realidad desacordados.

Ya más de siete lustros han huido, y nada me pregunto.
Algo como envoltorio de avejentada vida
recubriendo mis vértebras;
amarga nicotina entre los dientes;
rostros por siempre inversos,
y  nadie, nadie, nadie, asiendo mi cabeza.

1 comentario:

  1. Primera parte, relato veráz; el resto, experiencia amarga, triste e imborrable.- Y sí, tanto la muerte como la vida es esto: estamos sin estar y vivimos sin vivir.- estamos con otros y vivimos con otros y con los despertares, nos damos cuenta de cuántas cosas se han ido sin que nosotros quisiéramos.- tal vez, solo tal vez, nuestra alma se ha ido por esos negros cables, como creo se nos fue luego de una anestesia, en la que volvemos a un mundo tan extraño y apático;frío y a veces repulsivo y nos preguntamos donde estamos y para qué.- Poema relatado con una realidad dura, amarga pero sincera.-

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