Dijimos: Amor, juntos. Juntos, tú, yo. La vida... 
Dijimos: Para siempre. 
¿Cuánto duró? ¿Dos años? Y no obstante 
no engañamos. Creimos lealmente 
que sería la vida. 
Décadas me han mordido desde entonces; 
espléndidos estíos, plenilunios, tristezas... 
arena de los días en los núcleos del hueso. 
El pasado es ya sólo 
sosiego de agua quieta. 
Entonces ¿por qué ahora? 
¡Tanto tiempo después de para siempre...! 
¿Por qué, ahora, en esta aliquebrada tarde 
que se ahuyenta, la oscura 
memoria de tu pelo entre los dedos? 
¿Por qué, salmodia frágil, el quebrado 
cristal de tu voz lenta? 
¿Por qué ahora? 
Negrilla, julio-agosto 2011 
 
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