martes, 27 de marzo de 2012

METAFISICA DE LAS SOMBRAS AUTONOMAS

                                                          A  Mario

Mírate, no me mires.

Rasgos en el espejo.  ¿Tuyos?  ¿De quién?  Ajenos.
Máscaras.  Rostros otros que rehusan mirarse;
semblante inexpugnable que no se reconoce.
Planos de movimiento
que una mano no propia describe inanimada.
Muecas. Huellas de estrago que tu rostro  -su  rostro.
¿Suyo?  ¿De quién?  De  nadie;  de ti sin ti-  revela,
siempre distinto y otro,  forastero.

Fatiga de los gestos que un "alguien" desdibuja
en huecas, desahuciadas habitaciones sucias.
Voz que a sí misma emplaza:
desconocidas, secas sonoridades.  ¿Cuántos?
Espejos conjugados. Nunca una sola imagen,
nunca una sola voz:   universos dispares
se unifican y escinden en frondas de reflejos.

Cada actitud reitera y anticipa actitudes.
Apariencias... ¿mentiras?
Fatiga de los gestos...
Redoblados rituales de penumbra, la vida
que nos vive, olvidada.
Soliloquios:  inicio de silencios.
Nos vamos hacia espacios suprimidos
que toda voz excluyen.

Cada actitud se copia;  la mano es siempre otra.
Tras el azul destello
del  iris  ¿cuántos laten en porfiados estratos?
Argucias del azogue:  los embozos avanzan;
mosaico de memorias separadas, perdidas,
se recompone, único;
ajeno ayer-mañana, ronda momentos tuyos.

Planos de movimiento.  Puño mío que escribe...
mirar ajeno y propio  se extravía
en la noche por lluvias corrompida.
Sombra de un cuerpo solo...
¿en qué otro muro blanco deslucido ignorado
duplica su misántropa silueta?

Rasgos en el espejo. Mírate, no me mires:
presencia multiforme murmura por tu boca.
¿Cuál su verdad impone?
¿Quién eres?  ¿Todos?  ¿Nadie?
Ejército de rostros se superpone, uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario