martes, 16 de febrero de 2016


V - Espíritu del Pueblo  y Espíritu del Tiempo
 

En la primera de las notas hablamos de la importancia del concepto Volk (pueblo) para la ideología nacionalsocialista, y de sus derivados völkisch, que podría traducirse como popular, y también Volkgeist, especie de esencia o espíritu cultural del pueblo (7). Esta última noción resulta imprescindible para comprender el fenómeno nazi y los factores específicamente alemanes que le dieron origen. El mismo Hitler resalta la importancia ideológica de estos elementos al afirmar “los ideales völkish son los ideales del nacionalsocialismo” (Mein Kampf).
 
La tradición cultural del “espíritu alemán” experimentará la influencia de Lorenz von Stein (8) y de Bismarck, agregando factores sociales pero desembocando en una noción autoritaria de Estado que demanda orden, disciplina y control. Asimismo se suele señalar el ascendiente de Ernst Forsthoff  (1902 – 1974) jurista vinculado a la Revolución Conservadora (9) que postula,  para resolver los problemas alemanes, una forma de sociedad en la que los individuos se subordinen al Estado Absoluto o al Volk, bajo la dirección de un líder. Ciertamente es posible mencionar muchas otras influencias en similar sentido (10), sin olvidar a Nietzsche (11).
 
Paralelamente a estas ideas y muchas veces contenidos en ellas, latían sentimientos de rechazo del racionalismo, con presuntas explicaciones científicas para sostener determinadas visiones del mundo, como la “ciencia” expuesta por Eugen Fischer  que sería básica para decretar el exterminio judío por “higiene racial.” En ese contexto “popular” surgieron asociaciones que promovían el retorno romántico al pasado, e incluso sociedades ocultistas como la Thule (Thule Gesellschaft), dedicada a reivindicar los orígenes raciales arios, que patrocinaría al Partido del Trabajo, núcleo original de lo que luego sería el Partido Nacional Socialista.
 
Sirvan estas pinceladas –quizás demasiado extensas y pese a ello incompletas- para dar una idea aproximada de las complejas y tensas corrientes de pensamiento que recorrían la sociedad germana de los años 20 y 30. También, del carácter de aquel preciso momento histórico, el clima intelectual y cultural que a su vez se inscribía en el de toda la época, pasado y presente: el Genius saeculi, que en Alemania se llamará Espíritu del Tiempo, Zeitgeist. Una inquieta amalgama de prejuicios, mitomanía, preconcepciones, percepciones políticas elitistas… y por debajo de todo ello un trasfondo de orgullo herido por la derrota en la guerra, más el shock de la Gran Depresión, y ciertos estándares culturales  como el aprecio por las normas y el orden.
 
Sobre la base de todos estos elementos podemos arriesgarnos a suponer que, en el caso de la sociedad alemana, la aceptación de las propuestas del régimen nacionalsocialista y del modelo de sociedad y de Estado que estas suponían,  se produjo no solamente por la habilísima manipulación que estimulaba sus complejos y su ego sino también, parcialmente, porque satisfacía de modo inconsciente algunas de las aspiraciones de una parte importante de la población.  Vemos entonces que procedimientos iguales a los estatuidos en 1917 para la sociedad estadounidense, aplicados sobre un “espíritu popular” enteramente distinto, obtuvieron un resultado equivalente e incluso superior, dada la magnitud del delirio en que Alemania estuvo inmersa.  Naturalmente resultó básico para obtener dicho resultado el modo en que fue llevada a cabo la campaña de lavado de cerebro.

 
Ilustraciones:

Arriba  Hindenburg mostrando a los culpables de la “puñalada por la espalda” 
Abajo  El héroe nazi matando al monstruo judeo-comunista.





NOTAS

 


 
     
7)      En la Introducción a la “Filosofía de la Historia” Hegel dice que el sentimiento que un pueblo tiene de sí mismo constituye una entidad, que es el Espíritu de dicho pueblo. Dentro de la totalidad (Gesamtheit) constitutiva de tal Volksgeist, hay una naturaleza, un suelo (país, patria) una historia que pervive en la memoria de cada individuo, unas instituciones, costumbres, leyes, religión, etc. Cada uno de estos factores es importante, aunque lo determinante es la totalidad.
 

 
 

8)      Lorenz von Stein (1815 - 1890) economista y sociólogo alemán  Formuló una interpretación económica de la historia en la que habla de lucha de clases y proletariado pero rechazando la solución revolucionaria, que define como un “proceso de las clases que buscan ascender socialmente."  Para evitarla, propone una “Monarquía social” que actúe realizando reformas en aras del bien común para evitar desorden y confrontación social. Sus ideas están en la base del llamado Estado Social (Sozialstaat).
 


9)      Movimiento Revolucionario Conservador (Konservative Revolution). Movimiento nacionalista alemán de la primera postguerra que  promueve un nacionalismo "nuevo", auténticamente alemán y concretamente prusiano Con el fin de frenar la “marea comunista” propugna una versión derechista del socialismo basada en el “cristianismo aplicado” o “socialismo de estado” bismarckiano , es decir otra forma de Estado Social 
 
10)       El filósofo frances Joseph Arthur de Gobineau (1816 - 82) en su “Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas” (1855) afirma la superioridad absoluta de la raza aria, por poseer "el monopolio de la belleza,  la inteligencia y la fuerza." Cuarenta años más tarde será apoyado por Houston Stewart Chamberlain (1855 - 1927) que en “Los fundamentos del siglo XIX” (1899)  expondrá las bases del pangermanismo y la necesidad de mantener la pureza racial de los teutones, “alma de la civilización.” Aunque existen otras teorizaciones destacables en la misma línea ( Vilfredo Pareto, Gaetano Mosca, Robert Michels) cerraremos este apartado con Benjamin Kidd (1858 – 1916), parte de un movimiento que incorpora el darwinismo al estudio de las sociedades (Darwinismo social, basado en la creencia de la supervivencia del más apto).  En su obra póstuma “La Ciencia del Poder”  (The Science of Power – 1918), muy apreciada por quienes propugnaban gobiernos fuertes no socialistas, dice: “Nuestra civilización ha surgido como resultado de un proceso de fuerza sin paralelos en la historia de la raza.. Por épocas inmemorable el combativo macho europeo se ha desbordado a través de Europa en sucesivas olas de avance y conquista, venciendo, exterminando, aplastando, dominando, tomando posesión. Los más aptos, que han sobrevivido a esas oleadas, son los más aptos por el derecho de la fuerza y en virtud de un proceso de selección militar, probablemente el más largo en la historia, el más duro  y más elevado al que la raza ha sido sometida”. Tal “macho” como máquina de combate que introduce el “espíritu de la guerra” en todas partes, crea el culto total de la fuerza como “principio último” pues “por la fuerza ha conquistado el mundo y por la fuerza lo controla.”  El nazismo utilizará ampliamente este culto “viril”.
 



 

11)   El concepto nietzcheano de voluntad de poder (der Wille zur Macht) fue objeto de una tendenciosa interpretación para justificar las tácticas políticas nazis, como también lo fue el de Übermensch, suprahombre o ultrahombre, que para el filósofo alemán era aquel ser noble que acepta la voluntad de poder y crea sus propios valores.

 



 

 

 

 

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