martes, 16 de febrero de 2016

 
Fotograma del film "El triunfo de la voluntad", de Leni Riefenstahl
 
IV - La propaganda nazi
 
 


El nazismo utilizó la propaganda como un arma, aunando los métodos de persuasión anglosajones de la Gran Guerra con un agregado político-ideológico –como también hiciera la URSS- para controlar y guiar a las masas, embarcándolas en una guerra de conquista. Hasta aquí no se perciben grandes diferencias de procedimiento entre los diversos sistemas de manipulación. El engaño y su posible valoración moral son similares.

 

            En el plano formal sí aparece una disparidad importante en el manejo de elementos simbólicos, uno de los aspectos que el nazismo cuidó con más esmero. A diferencia del CPI, que debió de actuar urgentemente, apenas en unas semanas,  para hacer frente a un hecho consumado no previsto, Goebbels dispuso de seis años para preparar con todo detalle sus técnicas de control.  Según él mismo afirmaba, para que la propaganda sea percibida de modo eficaz debe de suscitar en la audiencia el máximo interés. Por eso se requiere que sea transmitida a través del medio más idóneo para llamar poderosamente la atención. El nazismo desarrolló así lo que podríamos llamar propaganda-espectáculo, basada en un sentido casi ritual de la comunicación directa: concentraciones, manifestaciones, asambleas, desfiles, arengas, orquestados con impecable sentido teatral y una elegante estética de la monumentalidad. En esto no ha sido superado, aunque ha tenido epígonos como China y Corea del Norte.

 

Nunca se dejó de lado la propaganda impresa; folletos, libros, periódicos, omnipresentes fotos del Führer, carteles empapelando las calles … hasta que, ya en guerra, disminuyeron drásticamente las existencias de papel. Tampoco se descuidaron otras modalidades, como el noticiero cinematográfico tan en boga en aquellos años, el documental o el mismo cine, para lo que contaron con el inmenso talento de Leni Riefenstahl (4).

 

Al mismo tiempo, Hitler había observado la efectividad de los agitadores públicos y confiaba plenamente en la capacidad de persuasión de la oratoria: (5)la fuerza que mueve avalanchas políticas y religiosas es el mágico poder de la palabra hablada. Las grandes multitudes pueden ser movidas solamente por el poder de los discursos. Todos los movimientos importantes son movimientos populares, erupciones volcánicas de pasiones y de emociones humanas, fomentadas bien por crueles dioses del dolor o por la antorcha de la palabra arrojada entre las masas, no por chorros de limonada de los estetas literarios y de los héroes de salón.”  Los actos públicos permiten entonces, como si se tratase de una ópera wagneriana (la obra de arte total, Gesamtkunstwerk)  (6)- la conjunción de todos los elementos en una unidad en la que cada parte está diseñada para complementar a las otras dentro de un todo homogéneo. Tanto si se trata de una concentración como de un desfile, el espectáculo propagandístico masivo no deja nada al azar: tribunas escenográficas adornadas con esvásticas, música, multitud de banderas y estandartes, carteles gigantescos… incluso la exacta disposición geométrica de cada elemento en el espacio… y  coronando todo ello, la presencia física del Führer, los discursos exaltados, el griterío, los eslóganes simples, sintéticos, claros, coreados con fervor por la muchedumbre inteligentemente conducida, paso a paso, hacia el desborde emocional que ha de renovar su adhesión y fidelidad a la terrible visión del mundo que el régimen le proporciona.

 

Algunos textos hablan de sociedad “hipnotizada” o “asediada con símbolos”. Parece indudable que sin toda esta parafernalia artificiosa, apoyada por el control total de los media, sería difícil explicar el enorme apoyo popular al nacionalsocialismo en aquellos primeros años, aunque se puedan agregar motivaciones ideológicas basadas en el carácter alemán.

 

Al hablar del método CPI en el primer módulo, decíamos que se trató de una herramienta capaz de actuar sobre todos los órdenes de la vida nacional, para producir un determinado efecto sobre la opinión pública. El nazismo perseguía el mismo objetivo, aunque la situación previa en Alemania era muy distinta, porque sus características históricas y culturales también lo eran. A fin de que esto se comprenda mejor, intentaremos resumir brevemente algunos elementos clave de aquellas características.

Cartel del film "El triunfo de la voluntad"
 
 
 
 
 





 
NOTAS

 
4)  Helene "Leni" Riefenstahl, (1902 - 2003) saltó a la fama con su primer film, La luz azul (Das Blaue Licht, 1932) siendo una de las primeras directoras de cine aclamadas por público y crítica.  Hitler le ofreció filmar la concentración que el NSDAP realizaría al año siguiente en Nurenberg. Este encargo se concretaría en un ambicioso proyecto que constituye lo que ahora se conoce como Trilogía de Nurenberg: Victoria de Fe (Der Sieg des Glaubens, 1933), El triunfo de la voluntad (Triumph des Willens, 1934) y Día de libertad: nuestras Fuerzas Armadas. Esto la convirtió, pese a sus malas relaciones con Goebbels- en una figura fundamental del círculo cultural nazi. En 1938 presentó Olympia, un formidable megadocumental de 4 horas relativo a los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín.  La notable calidad de su obra, su estilo de rodaje y post producción e innovaciones técnicas ejercieron una larga influencia sobre directores posteriores, aunque tras la guerra su carrera cinematográfica quedó truncada.
   

 5)   Comenzó a ejercitarse en los grupos que se formaban en las cervecerías, estudiando luego declamación y dicción con un cantante de ópera, llegando a convertirse en un orador de indudable talento. Conocía la importancia del lenguaje corporal y ensayaba metódicamente sus presentaciones públicas,  que eran como pequeñas ceremonias con un desarrollo rítmico muy preciso. En las fotos tomadas por su fotógrafo personal aparece probando gestos y posturas para  resaltar la imagen que quería transmitir conforme a la creencia aria en las virtudes masculinas de fuerza y valor.

6)  En "La obra de arte del futuro" (Das Kunstwerk der Zukunft, 1849) Richard Wagner plantea el concepto de obra de arte total, categoría que integraba música, poesía (el texto), teatro (la representación escénica) y artes visuales (escenografía, vestuario, utilería). Concedía vital importancia a la creación del ambiente mediante iluminación y efectos especiales o de sonido, con la finalidad de concentrar por completo la atención del espectador en lo que ocurría en el escenario. El público debía quedar totalmente inmerso en el drama y en sus significados.

 

 
 







1 comentario:

  1. Lo siento, se ha alterado el orden y aparece el IV tras el II. No logro solucionarlo.

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