martes, 7 de junio de 2016


TIEMPO  SEGUNDO
 
EN  EL  MAR
 
 
 
Floraciones con pétalos salinos.
¿Llegadas de qué mares, qué distancias de arena, de fatigas
y olvido?
 

Aromas:
de retamas erguidas y amarillas, mar cadencioso, abierto,
y resina de pinos dilatados hacia añiles violentos.
Risueñas altas nubes,
soles acumulando sus pátinas de azufre.
Nosotros
cruzábamos las dunas maculadas por hierbajos pajizos
y hendíamos oleajes verdiazules
con cribados penachos burbujeantes que el viento despeinaba.
Gaviotas sobre el rítmico batir de las rompientes,
chillando.

 


Tornasoles, destellos en el cóncavo seno de las ondas.
Hundíamos las manos en su fresco
translúcido bullicio: espuma entre los dedos, crepitar inasible.


Atisbos:
pieles oliendo a sal, a bronce hirviente;  juegos, canciones, voces;
los cuerpos, ofuscados por su rudo apogeo,
dispuestos,
turbulentos,
urgidos.
Las jornadas tenían regustos de aventura,
color de lontananzas apacibles
y caracolas tersas.

 


Mediodías de estío, siempre azules
en la memoria oscura.
Perfumado recuerdo de siestas en la umbría.
Nuestras jóvenes vidas en acorde:
aguardos y deseos.
Redondos,
suaves días fluyendo con el aire marino.
Risas como cristales, como truenos. Estrépito de aves,
saeta de sus vuelos en un candente cielo.
Y abierto el mar, el aire, los aromas, abiertas
las ansias –servidumbre-

los cuerpos.
la vida,
-ventanas:
azul, rojo, amarillo-
impreciso misterio creciendo con nosotros,
abiertos
a aquello por venir, al riesgo y al acaso
y al amor, brusco fuego
amargo;
amor, cual una nube
nocturna,
hálito de alfileres y torrentera ciega,
gravamen
de sed que no se aplaca, sed que duele
al trepar por las venas.
En la espuma, crédula, nuestra mano
aguardaba otra mano, otra piel, otra vida que un día
se uniría a la nuestra.
(Amábamos amar; tal vez bastaba
la sola  dulce idea, la palabra, el sonido
del amor,
y era nuestra su azul incandescencia.)
Ah, esperanzas, quimeras:
el ansia, una ballesta.

 
Gaviotas
colgadas de la brisa, impacientes buscando
festines.


 
Suena, murmura, ruge el mar inmenso.
Esperas y deseos y aroma de retamas,
El agridulce juego de la vida.




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