martes, 7 de junio de 2016


TIEMPO  TERCERO

CIUDADES



Vientos traen y llevan.
Inventarios de viento.



Arenal, madreselvas,
altos cielos… ¿Qué resta
del esplendor primero?
Cualquier disfrute es préstamo tan solo,
espuma entre los dedos.
(Distancias y penumbras en interior azogue,
soliloquio de espectros:
ausencias;
amarillo, ausencia es amarillo).
Pero también recuerdos:
manos que se tendieron,
resplandores de ocaso en la ventana,
sombreadas calles donde nos besamos riendo…
El juego de la vida, menos juego;
las esperas, inciertas… pero míos
los perdurables sueños en bandadas.



Después, una partida.
Vela en manos del viento jaranero;
saeta que se arroja, en la serena tarde demorada,
al estío que apura su hálito postrero.


Y fuimos extranjeros.






Lausana junto al lago: tornasoles
en apacibles aguas. Los montes azulados,
temblores
inversos en su espejo
mudable,
sin substancia: vaciados, espectrales,
apenas
imagen inconstante
tintando la soleada sobrefaz.
Detrás, inmaculadas siluetas de las cumbres
-desafío de vientos-
pendiendo de los cielos. Realidades,
reflejos.


Floresta desgajada de una hora serena;
senderos por mí hollados. Pájaros me rodeaban.
Sus trinos;
rumores del cercano aserradero;
murmullos
del hilo de agua oculto en la frescura.
Desde móviles ramas caían en el hueco de mis manos
lampos de luz. Penumbras y fulgores.
Y yo permanecía silencioso, atendiendo: a veces, por la noche,
percutía la lluvia sobre las tersas hojas
y era mía su música tranquila.



Alto el monte. ¡Tan limpio el aire y claro el día!
Funicular que trepa ronroneando;
valle abajo, sembrados.
Esquilas:
delirio de metales en lascivos verdores.
Yo, revivificado, bebiendo a grandes tragos
la vida.




Redobladas distancias; mar, de nuevo,
otra ciudad en una mediterránea orilla,
trocados escenarios:
rojo, azul, amarillo… luces en un proscenio.

Madurada la sangre, madurada
pupila, mano, vida,
no los sueños. Esperas, ilusiones:
indicio de carencias.





Castaños en un parque;
fuertes aires de octubre con nubes de tormenta.
Mano que se tendía
encuentra su modesta recompensa.
No obstante
fue apenas una tregua.


 


 

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