martes, 16 de febrero de 2016


III - Goebbels y el Ministerio de propaganda

 

 

Mucha tinta ha corrido con referencia a los Principios de la Propaganda de Goebbels. (3) En una obra que lleva precisamente ese título, el Dr. Leonard W. Doob, profesor de la Universidad de Yale reseña diecinueve normas, varias de ellas a su vez subdivididas en dos o tres ítems. Circula ampliamente otra versión que presenta once Principios, más breves y adecuadamente titulados.

 
          Dejando de lado la rigidez de este tipo de clasificaciones etiquetadas, ha de decirse que el mérito de Goebbels fue definir con toda claridad,  sistematizar y llevar a la práctica –eso sí magistralmente- el conjunto de técnicas derivadas de la psicología de masas ya  utilizado durante la I Guerra -varias de las cuales estaban ya mencionadas en Mein Kampf,  según se ha dicho- completadas con observaciones propias.

Del “Principio de simplificación. Individualizar al adversario en un único enemigo” hablamos en el Módulo I:  la síntesis de alemanes, austrohúngaros y turcos produciendo el atemorizador concepto “el Alemán.”  Hitler había recomendado: toda propaganda eficaz debe concretarse sólo a muy pocos puntos y saberlos explotar.” Porque el pueblo, dice, “se compone de criaturas propensas a la duda y a las incertidumbres” de modo que la acción propagandística “tiene que conformarse con poco.”  Además, “ese poco tendrá que ser repetido constantemente. La persistencia, en este caso, es la primera y más importante condición para el éxito.” Es el Principio de Orquestación en la lista de Goebbels, en el que figura su famosa afirmación: "Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad".

 

            Después de tantas menciones a “la masa”, es oportuno enumerar algunas de las características que Hitler le atribuye en ese Capítulo VI de Retrospección: “La gran mayoría del pueblo es, por su  naturaleza y criterio, de índole tan femenina que su modo de pensar se subordina más a la sensibilidad  que a la reflexión. Esa sensibilidad es simple y rotunda, sin muchas diferenciaciones: un extremo positivo y otro negativo: amor u odio, justicia o injusticia, verdad o mentira, pero ningún estado intermedio.” Es decir un total  maniqueísmo que acaba reduciendo todo a la lucha entre el bien y el mal.
 
             “La capacidad receptiva de la gran masa es sumamente limitada, y no menos pequeña su facultad de comprensión; en cambio, es enorme su falta de memoria.”  Tales condicionantes la hacen lenta, lo que obliga no sólo a la persistente repetición, que implica tiempo –“solamente después de repetirles millares de veces los conceptos más elementales, será cuando su memoria los retenga”- sino también a  ser simple y  adaptar su nivel intelectual a la capacidad del más limitado de aquellos a los cuales está destinada. Deberá regularse tanto más hacia abajo, cuanto más grande sea la masa humana que ha de abarcarse.” En Goebbels, esto será el Principio de Vulgarización.
 

            Finalmente, la sensibilidad antes mencionada -“el sentir apasionado y siempre extremista de las muchedumbres”-  aconseja dirigir la propaganda  al sentimiento y sólo en ocasiones a la razón” pues esta vía de la emotividad es la más adecuada para despertar la atención de la gente.

 
            Alguno de estos “principios”, como el llamado “de trasposición” -cargar sobre el adversario los propios errores-, son de validez espacio-temporal tan universal, que no sería justo endosárselos exclusivamente al nazismo. Cuando Hitler insiste en afirmar que Alemania perdió la Gran Guerra a causa de la traición y sabotaje de  judíos e izquierdistas (la llamada “leyenda de la puñalada por la espalda” Dolchstoßlegende), está haciendo, en definitiva, lo mismo que el gobierno Rajoy cuando culpa de la crisis económica a “la herencia socialista” (y. naturalmente, una parte del pueblo lo cree así, tal vez por aquello de la “enorme falta de memoria.”)

 
            Agreguemos que en el “Principio de Exageración y Desfiguración” entraría nuestra ya archiconocida atrocity  propaganda e incluso podría colarse la técnica del gate keeper que reseñamos en el primer módulo. Sería posible continuar la enumeración, incluyendo todos y cada uno de los diecinueve principios mencionados por el Dr. Doob, así como  las múltiples actuaciones de Goebbels en el control de la actividad cultural o creativa. No obstante, entendemos que ello no agregaría nada destacable a lo ya referido en estos módulos históricos, que teniendo como objeto describir el inicio e instauración de una  manipulación institucionalizada en el ámbito occidental moderno, y su relación con los medios de comunicación de masas, no parecen necesitar relaciones más pormenorizadas.  En cambio presentaremos a modo de resumen algunas ideas generales.
 
NOTAS
 
3)     
    Joseph Goebbels se unió al Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (Nationalsozialistische  Deutsche Arbeiter Partei o NSDAP) en 1922. Cuatro años más tarde fue nombrado líder  político de zona (Gauleiter) para Berlín. En 1930 pasa a ser jefe de propaganda del NSDAP, organizando manifestaciones y quema de libros. En 1933, cuando Hitler asume la Cancillería, es puesto como cabeza del Ministerio del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda (Reichsministerium für Volksaufklärung und Propaganda). Controló íntegramente las manifestaciones culturales (prensa, teatro, radio, cine, bellas artes, literatura), ideó la propaganda radiofónica, redactó los principales discursos del líder y fue la cara visible del régimen.  Gracias a su habilidad retórica, contribuyó eficazmente a la “divinización” de Hitler, presentado como el superhombre nietzscheano (Übermensch), el  indiscutido guía (Führer) supremo, capaz de crear su propio sistema de valores y legitimar como correctos los actos emanados de su voluntad de poder.
  


Cartel del Partido Nacionalsocialista sobre la comunidad del pueblo
 
 
 
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario